Llegamos a Estambul deseando encontrarnos con algo más cercano a occidente. Veníamos cansados de los árabes y cansados en general. Antes del viaje siempre me resultó muy graciosa la expresión “vacaciones dentro del viaje”, pero ahora entiendo… realmente se necesita llegar a un lugar donde todo lo que haya para hacer sea dormir, comer e ir a la playa. Pero antes de nuestras vacaciones en las islas griegas teníamos que disfrutar de Estambul (sí, suena raro jeje).
Estambul es una ciudad espectacular, una bonita “conjunción” de Asia y Europa. Es cierto que estábamos bastante deseosos de tener poco que ver con la parte asiática del asunto (sobre todo con los rezos musulmanes que emiten las mezquitas cinco veces al día), así que me parece que seguramente, si en algún momento vuelvo, seguramente la disfrute diferente. Si bien no nos quedó nada fundamental para visitar, la estadía en Estambul nos la tomamos más bien tranqui y no nos privamos de disfrutar unas buenas horas de caminata por sus callecitas.
El primer día, Andrés seguía sintiéndose muy mal, así que después de un agitado paseo en ambulancia visitó un hospital en Estambul. Por suerte fue la última visita médica, al día siguiente el problema quedó solucionado, y Andrés de a poquito fue llegando a 100%.
Nuestro hostal (Best Island Hostel) estaba en Sulthanamet, la parte “histórica” del lado europeo de Estambul y tenía una vista privilegiada de Santa Sofía y la Mezquita Azul (desde el cuarto y desde la terraza donde servían el desayuno). Desesperados por comida más “conocida” se puede decir que nos tratamos bien y volvimos a comer algo de carne y unos buenos panes que tanto extrañábamos.
La primera visita fue a Santa Sofía. Esta iglesia y posterior mezquita está siendo restaurada (desde hace mucho tiempo y aparentemente lo va a seguir estando por un buen tiempo) y en su interior tiene un edificio de andamios. Es realmente increíble como los mosaicos de la iglesia (que es buena parte de lo que está siendo restaurado) se mantuvieron en tan buen estado después de ser tapados por los musulmanes cuando se la convirtió en mezquita.
Al día siguiente visitamos la Mezquita Azul, en su interior es realmente hermosa. A diferencia de Santa Sofía, no es un museo y está en uso por lo que no se puede visitar en los horarios de rezo. El trabajo interior que tiene es realmente increíble, el detalle, los colores… precioso. Tengo que admitir que a esta altura del viaje me quedaban pocas ganas de visitar mezquitas pero valió la pena. Eso es algo interesante del viaje, si bien uno abre la cabeza y ve otras cosas diferentes… también se empieza a notar la intolerancia alimentada por el estar lejos, cansado, extrañando… nada que no permita seguir disfrutando, pero algo en lo que realmente no había pensado que nos iba a pasar.
La visita a esta ciudad turca (que aclaro no es la capital) también incluyó un paseo por Taskim, el Gran Bazar y el Bósforo. Taskim es la zona top de Estambul asiática, está llena de boliches, tiene muchísimo movimiento y una onda genial. El turco del hotel (un psicópata muy particular) la describió como “el New York turco”… digamos que no lo describiría así pero es cierto que tiene onda jeje. El Gran Bazar está interesante pero no tanto como esperaba porque su esencia seguramente la perdió cuando se volvió tan para los turistas. Ahí no hicimos compras pero con Gabi y Maite nos ingeniamos para encontrar otro mercado acorde a nuestra capacidad de pago (jeje) y con las cosas que buscábamos. El Bósforo es el canal que conecta el Mar Negro y el Mar Mármara. Le dedicamos un día entero, nos subimos a un barco que va paseando durante dos horas y te deja en un pueblito (realmente miserable que no tiene nada de nada) donde almorzamos y los chiquilines se dieron un baño en el canal.
El último día dedicamos unas cuantas horas (y unos cuantos dólares) a hacer un envío. En este caso no mandamos a Montevideo porque era demasiado caro y mandamos a Madrid a la casa de Juan (el hermano de Ale) y en octubre lo levantaremos por ahí. Esta vez fueron 16 kg… y sí, se acumula, entre alguna comprita y los regalos se acumula y nos quedaban dos vuelos low cost por delante en los que no podíamos tener más de 20 kg.
Para “festejar” la culminación de la parte del viaje de oriente y su satisfactorio desarrollo, y para festejar más aún la llegada de las vacaciones en las islas griegas, la última noche decidimos salir por una buena cena. Si bien toda esta etapa del viaje fue bastante cansadora, valió la pena y no me arrepiento de nada. Además de los lugares y las realidades bastante diferentes que conocimos, el mini-grupo de viaje resultó ser de lo mejor de esta etapa. Con Cachi y Gabi ya venimos de recorrer un trecho largo, lo que no hizo esta etapa menos disfrutable. Con Nacho Correa y Andrés nos queda buena parte del viaje, toda la camioneta, y esta etapa confirma mis expectativas de que vamos a pasar bien en la camioneta. Y a Maite y Ale vamos a tener que pensar una manera de mantenerlos cerca porque se van a extrañar (ellos están en otra camioneta).
Terminamos nuestra visita a Estambul sin Nacho Correa y con más ganas aún de llegar a occidente. A Nacho lo perdimos porque se “llenó” y se fue antes a las islas griegas a “descansar” y a ganar unos días para poder visitar Paris (estimando que no va a llegar para visitarlo al final del viaje). Queremos llegar a occidente de verdad. Estambul es sin duda muy Europea, pero aún así, los turcos tienen olor (definitivamente no usan desodorante por más empilchados que estén) y los cinco rezos al día cansan (y pueden llegar a resultar tenebrosos). La salida de Estambul hacia el aeropuerto nos llevó a nuestro primer encuentro con una Renault Trafic y todas las conjeturas sobre cómo iba a ser nuestro viaje en los siguientes cuatro meses cuando nos encontráramos con la nuestra (en ese momento aún teníamos la ilusión de tener una). También fue nuestra primera metida de pata con los horarios de los vuelos. Todos estábamos convencidos de que el vuelo salía a las 11:40 y cuando llegamos algunos tuvieron que firmar late check in y la doña de Olympic Airlines estaba de lo más enojada… y ahí caímos, el vuelo salía a las 10:05, casi casi lo perdemos.
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