lunes, 21 de septiembre de 2009

Rotterdam

Antes de salir para Rotterdam tuvimos un pequeño cambio transitorio en la composición de la camioneta (o del grupo, porque estrictamente hablando aún no teníamos camioneta): Juan decidió quedarse unos días más en Amsterdam y recibimos a Nando, un amigo de Nacho Correa (alias el portugués) que vino de visita un par de días.

La salida de Amsterdam y llegada a Rotterdam no fue fácil, como suele pasarnos con las transiciones de ciudades. La salida fue relativamente temprana y estrenando walkietalkies pero en los primero kilómetros de ruta y tras una maniobra brusca del conductor del auto que lideraba, nos perdimos. En el segundo auto y sin gps (alias la gallega) quedamos Nacho, Andre y yo, todos muy frustrados con la utilidad de los recién comprados walkietalkies (que comprobamos no tenían un alcance mayor a unos 7 kilómetros). Intentamos reconstruir el camino que teníamos que seguir pero fue imposible, así que volvimos al camping a pedirle ayuda a otras camionetas amigas que nos facilitaron un gps con el cuál sacamos la ruta para llegar a un par de obras que íbamos a visitar antes de llegar a Rotterdam. Con eso y la hasta el momento nada valorada guía Michellin, nos acercamos a las obras y por el gps aparecieron las voces de Cachi, Gabi, Nando y el otro Nacho… una tremenda alegría! Para que se hagan una idea se llegó a escuchar “no me imagino cómo se habrán sentido los de los Andes cuando tuvieron señal en la radio!” (si bien obviamente nuestro viaje es muy distinto, estos personajes son citados recurrentemente).


Después de conocer Ámsterdam la visión que uno puede generar de otras ciudades cambia y mucho, al menos inmediatamente después, ahora con el tiempo me doy cuenta que este “efecto Amsterdam” se va diluyendo a medida que pasa el tiempo. Evidentemente pocas ciudades tienen un ritmo tan vibrante. Las expectativas que uno genera de otras ciudades, y en particular de otras ciudades holandesas, cambia. Rotterdam me resultó una ciudad linda, o más bien agradable, pero un tanto insulsa. Es una ciudad puerto, que fue prácticamente destruida en la segunda guerra mundial por lo que tiene muchos edificios nuevos, mezclados con intentos de recomposición de algunos un poco más antiguo, pero no se logra una composición muy feliz para mi gusto.

El día que llegamos, teniendo en cuenta todo lo que nos costó llegar, no hicimos mucho. Aprovechamos para juntarnos con otra gente de la generación que estaba en la ciudad y a hacer eso que se hace muy necesario en este viaje: estar con la gente, compartir, charlar. Al otro día, que era EL día para dedicarle a la ciudad, hicimos una visita bastante intensa con guía incluida. Cachi y Gabi se quedaron en la casa de una amiga que vive en Holanda hace varios años que nos hizo de guía e hizo de la visita mucho más disfrutable. Caminamos un montón, visitamos una zona que se ha tratado de levantar en los últimos años (con mucho edificio nuevo y reciclado), algunos parques muy lindos, el Kunstal (un museo de arte), el centro de arquitectura, unas casas muy extrañas llamadas “casas cubo”… para hacer todo esto en un día caminamos muchísimo y nos tomamos un watertaxi para cruzar más rápido de un lado al otro de la ciudad. Después de la recorrida fuimos a una zona cerca de la ciudad en la que se juntaron todos los molinos antiguos de Holanda y se conservan como patrimonio.



De Amsterdam ya no veníamos muy descansados, sobre todo Gabi y yo, y el día tan intenso y con tanta caminata en Rotterdam nos mató. Anduvimos buena parte del día arrastrándonos y tuvimos una siesta muy particular: en el Kunstal había una exposición de una especie de carpas en las que uno podía tirarse, una de las cuales sirvió de carpa para nuestra siesta! El cansancio se sigue acumulando y no es fácil reponer energías en el viaje, sobre todo durmiendo poco y durmiendo pocas veces en algún lugar medio parecido al hogar de uno.


Amsterdam

Una vez más la llegada a esta ciudad no fue fácil y más difícil aún fue encontrar alojamiento. Llegamos el viernes del fin de semana del Gay Pride por lo que todo estaba hasta las manos de gente. Después de recorrer varios campings (algunos llenos y otros con pocas ganas de aceptar uruguayos), terminamos en el Gasperplass, a 20 minutos en tren del centro de Ámsterdam pero muy prolijo y muy en precio.


Ámsterdam, ciudad con privilegios en nuestro apretado itinerario, genera muchas expectativas de diferentes tipos, pero fundamentalmente en dos sentidos. Primero desde el punto de vista “cultural”, como ciudad sumamente distinta a otras, que pese a tener una estética muy “europea”, desafía el conservadurismo que reflejan otras ciudades del continente (capaz esto se podría generalizar para todo Holanda aunque no estoy segura). Segundo por su estética. Los holandeses, por si alguien tenía alguna duda, son los reyes del diseño y eso se refleja en la arquitectura y todo lo que uno tiene a la vista.

Visitamos muchas obras, pero el exceso de las marcadas por las guías armadas para el viaje, llevó a hacer una selección. Además de todas las indicadas, están esas obras que no están en las guías y que se van descubriendo en el recorrido (y que en el caso de Ámsterdam eran muchas). Elegí algunas fotos de las que más me gustaron desde mi óptica poco formal en términos de arquitectura jeje.






Hubo una en particular que me encantó: la biblioteca de Ámsterdam! Me gustó mucho el interior del edificio (mucho blanco, mucha luz), pero lo que más me gustó fue que hubiera un lugar, abierto todos los días de la semana hasta relativamente tarde para estos países (tipo 6 de la tarde), abierto a todos (y a todas las edades) y con un montón de materiales (libros, música, películas, computadoras). Sería muy lindo tener algo así en Montevideo, pero creo que como sociedad todavía tenemos muchas cosas vinculadas a los espacios públicos para resolver antes de poder pensar en estas cosas (lo mismo para los parques tan valorados y aprovechados por estos lados).



El sábado fue el día por excelencia del Gay Pride porque ese día se celebraba el Gay Parade por los canales y las calles de la ciudad. Era todo una gran fiesta gran, una locura total, mezclado con un buen toque europeo de algo muy bizarro jeje. La pinta de la gente, la euforia, lo colorido de todo, la alegría (sobre todo artificialmente generada jeje), todo un verdadero espectáculo. Ah y no faltó por los canales de Ámsterdam un pequeño barquito con la bandera gay y la bandera uruguaya.



Antes de dejar Holanda, después de visitar Rotterdam, hicimos una nueva parada en Ámsterdam para visitar algo que nos había quedado pendiente: la casa donde vivió escondida la Ana Frank y su familia durante la segunda guerra mundial y la etapa de persecución a los judíos por parte de los Nazis. Es muy raro estar por los pasillos de esa casa, ver cómo se manejaron para esconderse durante tanto tiempo. El broche de la visita es que al final está expuesto el diario original escrito en esos años por Ana Frank. Me gustó mucho como está armada la exposición y visitar esos lugares de los que todos en algún momento leímos la historia. La foto que dejo abajo es de la fachada actual de la casa.


Tengo dos últimos comentarios de Ámsterdam antes de pasar al próximo destino. Primero, qué bueno que está que la ciudad esté tan armada para circular en bicicleta! La edad no es limitante, las distancias tampoco y la seguridad muchísimo menos. Segundo, una vez más, las ciudades europeas muestran ejemplarmente como pueden aprovecharse los parques de una ciudad (ya nos va a llegar algo así en algún momento por Montevideo).





Desde Ámsterdam un día fuimos a Utrecht, a visitar varias obras aparentemente ejemplares. La obra base fue el Educatorium, que forma parte de la universidad de Utrecht y es una especie de centro con salones, biblioteca, cantina, etc. Después de aprovechar a almorzar rico y barato en la cantina de la universidad, desde ahí los chiquilines fueron a visitar otras obras y Gabi y yo aprovechamos para dormirnos una merecida y deseada siestita al sol. Sin duda el cansancio se empieza a notar y no eramos las únicas con ganas de reposar un ratito jeje.



miércoles, 9 de septiembre de 2009

Bruselas

En el camino entre Brujas y Bruselas tuvimos nuestro primer pernocte en un “P”. Llegamos ya de noche, armamos el toldo porque estaba por llover, cocinamos y armamos las carpas contra un cerco cosa que quedaran medio escondidas. A la mañana siguiente nos acompañaban en la misma ubicación otras carpas de gente del viaje, nos bañamos en la estación de servicio y desayunamos. Al rato nos enteramos que en el P simétrico (el que quedaba del lado enfrente, cruzando la ruta) les habían robado a otros compañeros del viaje de adentro de la carpa (una recomendación para futuros viajeros: las cosas de valor van adentro del sobre de dormir!).

Yendo para Bruselas nos perdimos varias veces, y sí, se hace difícil viajar en dos autos. Después de perder varias horas ese día decidimos comprar un par de walkitalkies para comunicarnos mejor.

La visita a Bruselas fue corta. Arquitectónicamente hablando, la visita a Bruselas estuvo marcada por las obras de Horta y su Art Nouveau. Lamentablemente la mayoría de sus obras se pueden ver únicamente desde el exterior (pese a infructuosos intentos y pedidos para entrar) ya que no están armadas como para ser visitadas (lo que frustró a varios del grupo).



Después de una breve recorrida por estas obras nos dedicamos a caminar la ciudad. No tenía muchas expectativas sobre esta ciudad y tampoco estuvimos mucho tiempo como para emitir una opinión seria pero me gustó. Es una ciudad amplia, con un poco de todo, cosas más antiguas, cosas más nuevas. Pero lo que no me gustó mucho fue que parecía no tener demasiado movimiento por si misma, capaz fue que no le pegamos a los lugares que fuimos, pero las diferentes calles o estaban vacías o estaban llenas de turistas. En sí, no me gustó mucho la dinámica de la ciudad (al menos la que se puede ver en una tarde).



Después de una breve recorrida por estas obras nos dedicamos a caminar la ciudad. No tenía muchas expectativas sobre esta ciudad y tampoco estuvimos mucho tiempo como para emitir una opinión seria pero me gustó. Es una ciudad amplia, con un poco de todo, cosas más antiguas, cosas más nuevas. Pero lo que no me gustó mucho fue que parecía no tener demasiado movimiento por si misma, capaz fue que no le pegamos a los lugares que fuimos, pero las diferentes calles o estaban vacías o estaban llenas de turistas. En sí, no me gustó mucho la dinámica de la ciudad (al menos la que se puede ver en una tarde).

En la plaza más grande de la ciudad vieja nos encontramos con la camioneta de “las chicas” y Fede y nos fuimos a quedar al mismo camping donde estaban ellas. Era un camping muy chiquito en el que armamos una pequeña aldea Quechua (nuestras queridas carpas) e hicimos enojar a algún que otro vecino con nuestra ruidosa (pero muy tranquila) noche jeje.

Brujas

Injustamente, al igual que a otras ciudades, a Brujas le dedicamos una tarde. Visitamos solamente la parte histórica, pero eso y el poquito tiempo dieron para que me encantara. Todo es como una ciudad de juguete pero en tamaño real, con un encanto muy de cuento de hadas (o mejor dicho de cuento del rey Arturo de papá jeje). Los canales, las construcciones antiguas, la plaza mayor, la torre… sin duda muy lindo.




A todo lo lindo hay que agregarle que cada dos pasos hay una chocolatería y una casa de waffles!! Algo nada menor para alguien que le gustan los dulces como a mi jeje. Dada la abundancia y variedad de la oferta, no tuvimos más remedio con Gabi que hacer honor a nuestro amor por lo dulce!! Comimos un waffle con caramel muy rico.


La vuelta al itinerario después del desfasaje que tuvimos por el choque y la no ida a Escocia, nos tenían bastante alejados del resto del grupo de viaje. En Brujas nos pusimos a tiro con el itinerario y nos reencontramos con buena parte del resto de los viajeros! Ayudó la escala de esta joyita belga. A veces se necesita un respiro del grupo grande de gente, pero otras veces se necesita ver caras conocidas y saber en qué andan, charlar un rato, compartir experiencias y porque no seguir profundizando algunas amistades que se van dando en este viaje (loco viaje diría alguno, o muy bien viaje diría otro).