Finalmente salimos para Jerusalén al día siguiente de lo planeado (el sábado). Fuimos en taxi hasta el puente King Hussein (frontera Jordania-Israel). Esta es la frontera del medio (hay tres puntos de cruce), que tiene fama de ser la más complicada, pero que nos servía más porque no perdíamos la visa de Jordania y además implicaba el menor desplazamiento.
Cuando estábamos entrando al puente un palestino con pasaporte alemán que tenía que hacer el mismo trayecto que nosotros (llegar a Jerusalén) nos preguntó a donde íbamos y se ofreció para ayudarnos con los trámites para cruzar. Resultó ser una especie de ángel porque con el cruzamos la frontera en 2 horas, mientras que solos nos hubiera llevado como mínimo 4 horas. Primero migración en Jordania, de ahí en ómnibus (pago por supuesto, como todo en estos países árabes) hasta la frontera Israelí. La frontera no es una línea definida como se dibuja en los mapas sino que es un árido trecho que no se puede recorrer caminando porque es territorio minado. Cuando llegamos a la frontera israelí estábamos por bajar del ómnibus y toda la gente que estaba esperando para entrar a las oficinas empieza a correr dejando sus valijas y todo ahí y nuestro ómnibus empieza a "volver"... la frontera cerró, si tenemos suerte, momentaneamente. En el momento tengo que confesar que quise volver para atrás y no cruzar nada, pero por suerte la frontera volvió a abrir. Ahí hicimos la "entrada" a Israel, tenemos sellado el pasaporte (no podemos entrar al Libano, etc... pero por ahora no está en nuestros planes)... del otro lado contratamos una camioneta con el amigo palestino que nos llevó hasta Jerusalén. Solo algunos vehículos están autorizados a atravesar este territorio que es palestino (el West Bank). Una vez en Jeruslén entramos a la ciudad vieja (que está amurallada, ya que siempre fue una ciudad blanco de invasiones) por el Jaffa Gate y nuestro amigo nos llevó casi casi hasta la puerta del hostal... un fenómeno.
El hostal era el Citadel Hostel, una construcción muy antigua (como en cuevas y muy oscura) con un espíritu super particular y una vista espectacular de la ciudad de Jerusalén. Disfrutamos mucho del lugar (pese a que tenía cosas complicadas como los baños, eran horribles) y nos resultó muy cómodo por la ubicación, porque tenía cocina y porque tenía wifi gratis. Desesperados por comida cacera, la primer noche nos hicimos unos fideos con queso deliciosos!! (estábamos muy desesperados por comida cacera). La segunda noche hubo un concierto de vientos en el techo que era en conjunto con otros "techos" de la ciudad donde se llevaba adelante otra parte del concierto.
Todo lo complicado para llegar a Jerusalén valió la pena. La ciudad como composición de las diferentes religiones (y sub-religiones) que conviven en ella y su historia la hacen super interesante (el hecho de que están todos y que están todos juntos) y emocionante a la vez. La ciudad vieja está dividida en 4 "barrios": judío, cristiano, alemán y armenio. Cada uno con sus callecitas y diferentes "estilos". Además mezclados en cada barrio están los diferentes "puntos" de cada religión, por nombrar algunos: los musulmanes con el Golden Dome (que no es una mezquita, es un monumento en conmemoración a cuando Mahoma subió al cielo) y la mezquita, los cristianos con la Iglesia del Santo Sepulcro (una iglesia que son muchas!) y la vía dolorosa, los judíos con sus sinagogas, el muro de los lamentos... es infinitamente densa la ciudad en cosas interesantes para ver y para tratar de entender. Al principio nos vimos un poco desbordados por todo lo que había, el segundo día hicimos un free tour caminando de tres horas que nos sirvió para entender un poco más todo. Nos faltó tiempo para conocer mejor la ciudad nueva, y también para la ciudad vieja... igual no creo algún tiempo particular menor a varias semanas de para sacarle todo el jugo a esta ciudad.
El último día Ale, Maite y Nacho Correa se fueron para Tel Aviv y Gabi y Cachi para Masada, pero con Nacho decidimos quedarnos porque estábamos cansados y nos quedaba bastante para ver de Jerusalén. Caminamos por el barrio musulmán, fuimos al monte de olivos y caímos de casualidad en la Basílica de Santa Ana que resultó ser una iglesia muy linda y con una acústica impresionante. Estábamos disfrutando de la tranquilidad y entró una excursión, lo que al principio nos amargó un poco, pero resultó que era un coro... realmente increíble. Un de los puntos más altos de Jerusalén pero también del viaje.
Las callecitas en sí son una de las cosas más interesantes, caminar por ahí sin rumbo, perderte, encontrar personajes super extraños (musulmanes ortodoxos, curas, monjas, rabinos, etc.). algo que nos llamó mucho la atención: es impresionante la cantidad de gente armada (pero armada con terribles pistolitas) en las calles. Según nos explicaron cuando a un militar o policía se le entrega un arma se le ordena que no la deje en ningún momento y así andan todos por la calle como si nada, para nosotros sin duda era algo muy llamativo.
El cansancio se empezó a sentir. Un par de días necesitamos alguna siestita (bien disfrutada en el Citadel Hostel) y occidente se empezó a extrañar...
La vuelta a Jordania no fue tan sencilla. Hasta la frontera fuimos en las mismas camionetas en las que llegamos. Ahí tuvimos que pagar la salida de Israel (US$ 40, la tienen clarísima) y teníamos que hacer una "cola". Los árabes no entienden el concepto de orden y había una cola pero era virtual porque la mitad de la gente se colaba, entonces nadie avanzaba! Pelamos un rato (gritos de "make the line" incluídos) hasta que, encargados y guardias de por medio, abrieron una cola solo para turistas y pasamos por esa (motivando severas agresiones verbales de los que quedaban atrás). De ahí de nuevo al ómnibus y a la frontera jordana donde nos entregaron los pasaportes (en los ómnibus el conductor viaja con los pasaportes de todos los pasajeros). Llegamos dos horas más tarde de lo planeado pero por suerte George, el amigo con el que habíamos hablado el día anterior para que nos llevara a Aqaba y Petra, nos estaba esperando (un fenómeno!).
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