miércoles, 5 de agosto de 2009

Atenas

Llegamos cerca del medio día con intenciones de recorrer velozmente la acrópolis (y alguna cosita más) para salir sobre media noche rumbo a las islas. Después de conseguir unos buenos materiales en el aeropuerto (el más preparado en términos de recibir al turista de los que he visto hasta ahora) y de dejar las valijas en el hostal donde nos íbamos a quedar una noche al retorno de las islas, comenzamos la recorrida.

Arrancamos dando un paseo en un ómnibus público (y barato) que hace una especie de city tour por la parte histórica (y no tan histórica) de la ciudad que tuvo como consecuencia una siesta generalizada durante el recorrido. Sí, estábamos realmente agotados. Del ómnibus nos bajamos en la acrópolis… es realmente impresionante estar ante algo tan majestuoso y tan significativo para la evolución de la humanidad. Hay muchas cosas que están ruinosas mostrando el evidente paso del tiempo y sus consecuencias, pero hay otras que están parcialmente reconstruidas. Cabría discutir hasta qué punto es razonable esta reconstrucción y de hecho nos entretuvimos un buen rato con el asunto. Por un lado está bueno ver que las cosas no son eternas y que evidentemente son ruinas. Pero, por otro lado, es difícil imaginarse qué eran esas ruinas sin una mínima reconstrucción. En mi opinión un poco de reconstrucción ayuda a entender e imaginar pero sería bueno que estuviese más señalizado qué es lo que está reconstruido y en base a qué se realizó la reconstrucción.





Más allá de los templos que son realmente increíbles (siempre pensados en el momento histórico de su construcción), los griegos no eran ningunos tontos y la acrópolis estaba bien ubicadita y hoy en día tiene una vista privilegiada de toda la ciudad de Atenas.

Después de derretirnos un buen rato en la acrópolis (hizo muchísimo calor, aunque sin llegar a las temperaturas de la India) bajamos a encontrarnos con el hermano de Ale y su novia, Juan y Paola. Son casi de nuestra edad y viven hace algo así como un año en Madrid y tuvimos el gusto de tener su compañía en nuestras vacaciones en las islas. Con ellos, ya siendo nueve, visitamos el nuevo museo de la Acrópolis inaugurado dos semanas atrás. Un edificio digno de ser admirado solo por el edificio, pero además por cómo está presentado y dispuesto todo el material que contiene (con un aire de “estas cosas están donde tienen que estar y no en algún museo inglés” jeje). La planta baja tiene muchas zonas en las que el piso es un vidrio y abajo se ven las ruinas de algunos templos, impresionante.



Después de deleitarnos con el museo un buen rato (y disfrutar su aire acondicionado), salimos a recorrer algunas callecitas de Atenas. Recorrimos principalmente una zona bastante turística (y por lo tanto prolija) y aprovechamos a cenar temprano una rica pasta bien en precio (hoy que estamos en Holanda difícilmente podemos conseguir algo así!). Volvimos al hostal a levantar las mochilas (las valijas quedaban ahí para ir con menos cargamento a las islas) y arrancamos rumbo a Piraeus, el puerto de Atenas. La zona del hostal de noche estaba bastante fea y había bastante movimiento de policías porque más temprano hubo una marcha en reclamo al gobierno por medidas para enfrentar la crisis económica.


El viaje a Santorini (en principio nuestra primer isla destino) no se hizo eterno sino que de hecho fue eterno, duró 12 horas (era el pasaje más barato jeje). Nuestro pasaje era en el economy deck así que después de acomodarnos con sobres de dormir y demás dormimos unas ocho horitas ahí… realmente no estuvo nada mal y despertarse en las aguas turquesas del Mar Egeo tampoco está nada mal.




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