Inicialmente nos íbamos a quedar tres días en Santorini y después nos íbamos a ir a visitar otras islas, a conocer otras playas. Ni bien bajamos del ferry se nos tiraron arriba unos cuantos buitres ofreciéndonos alojamiento (por supuesto no teníamos nada planificado así que había que negociar). Después de un buen rato de ir y venir conseguimos habitaciones tipo apartamentito con cocina, a dos cuadras de la playa en una posada (que se llamaba Sea Wave) con piscina y wifi por solo 10 euros, nada mal. La posada estaba manejada por una familia (un griego y su mujer e hijos estadounidenses) al mejor estilo “Married with childrens” (jeje) y quedaba en Perissa, que después de recorrer varias playas de la isla puedo decir que es una de las más lindas de la isla (y como me gustan a mí, tranquilita).
Cuando llegamos y después de instalarnos (la posada era preciosa!!), bajamos a la playa a darnos el primer baño en el Mar Egeo!! La playa tiene arena negra, aunque es una arena más tipo piedritas (tipo pinares, lo que la hace sensiblemente más agradable que la arena negra finita, aunque se calienta mucho con el sol). El agua es muy clara, con algunas piedritas y pececitos de colores (tipo Nemo!) y nada fría (aunque lo suficientemente refrescante para el calor que hizo). En la playa nos encontramos con Sol, Vero, Cuca y Juancho que estaban (con una enorme pena) en sus últimas horas en Santorini. Nosotros venimos corriendo al grupo de atrás porque nos desfasamos en Jordania cuando nos quedamos más días para poder ir a Jerusalén. Juancho tenía un snorkel que dejó bien bobitos a los chiquilines que demoraron menos de 24 horas en aparecer cada uno con el propio. Nos bastó un día en Santorini para decidir quedarnos ahí los 6 días que teníamos para las islas. La isla era espectacular, la posada también y necesitábamos recargar baterías para el cambio de etapa que nos esperaba en Paris.
Ya la primera noche aprovechamos para comer algo caserito, lo que se repitió en los días siguientes y nuestro menú fue variando entre puré, arroz, panchos, pollo, pastas y salpicón de aves… nada mal para lo que veníamos comiendo en Asia.
Varios días los dedicamos a hacer playa ahí mismo en Perissa, bajábamos después de desayunar, subíamos a almorzar, a veces pegábamos alguna siestita y volvíamos a bajar y nos quedábamos hasta la noche (que no hacía nada de frío). Para recorrer el resto de la isla alquilamos un cuatriciclo un día y un Peugeot 107 otro día.
El primer destino fue Karima, la playa que estaba del otro lado de la gran roca de Perissa (el camino era bastante más largo que cruzar la roca). La playa es muy similar a la de Perissa pero es bastante más turística y hay menos arena, por lo que es bastante más apretada. Igual el agua es espectacular y hay una roca desde la que se tiraron Gabi y Nacho Correa. Ahí aprovechamos para almorzar en un bolichito sobre la playa que no era nada caro y estaba muy rico. Desde ahí fuimos a una playa de arena negra, pero esta era de arena negra posta, medio desagradable! Después de todas las vueltas y de andar en cuatriciclo (que es bastante agotador) volvimos a tirarnos un rato a descansar en Perissa, nuestra playa jeje.
Al día siguiente fuimos a Vlichada, otra playa, muy similar a Perissa pero con más rocas a la entrada. Por primera vez en Santorini tuvimos un poquito de olas, básicamente porque había bastante viento (nuestra sombrillita sufrió las consecuencias). Ahí aprovechamos para hacer un picnic y seguimos camino.
De tarde fuimos a la playa roja, es muy famosa pero la playa no es muy linda. Lo que es lindo es que tiene una “pared” roja de fondo que le da un toque muy especial. Después y tras una pasada por el puerto (bastante infructuosa) para cambiar los pasajes para irnos desde Santorini y no desde Ios como habíamos planeado, fuimos para Oia. Es una especie de “casa pueblo” enorme y en palabra de varios futuros arquitectos “Paez Vilaró nos engañó a todos”, jejeje. Realmente el paisaje es hermoso y el agua es espectacular y desde arriba se ve con unos colores increíbles. Ahí esperamos a que se pusiera el sol porque aparentemente es la puesta del sol más linda del mundo y obviamente no éramos los únicos, estaba atestado de gente!! No creo que esté en condiciones de decir eso desde mi experiencia pero la puesta de sol es realmente linda.
Sin dudas Santorini fue un punto alto del viaje. El lugar ayudó, las ganas que teníamos de descansar y hacer playa también. Pero lo más divertido fue el grupete, las charlas en la playa hasta la noche y las comidas caseras todos juntos. Estuvimos los mismos que veníamos compartiendo la travesía desde Jordania, recuperamos a Nacho Correa por unos días y se nos sumaron Juan y Paola. Después de este descanso se venía una etapa muy diferente, con muchos seguíamos en la camioneta, Juan y Paola ya se despedían para volver a Madrid y a Ale y Maite sin duda los íbamos a extrañar mucho así que ya íbamos a tener que ir pensando algunos reencuentros.
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