jueves, 21 de mayo de 2009

El GRAN cañón

Después de un caluroso día en Las Vegas en el estado de Nevada, arrancamos rumbo al Gran Cañón en Arizona, en tres camionetas (dos para 5 personas y una para 12 en la que viajamos 9). La salida se atrasó y tuvimos demasiadas e innecesarias paradas por lo que la llegada se atrasó (y con ella, sumada a la falta de organización para este tramo, quedó más que descartada la bajada hasta el fondo del cañón).

Tras unas 5 horas de ruta, de un paisaje desértico que impresiona, llegamos al Gran Cañón por el south rim… SIN PALABRAS. Un escenario natural único, con una paz increíble. La principal sensación fue muy parecida a la que me genera mirar el horizonte en las ciudades que tienen costa, una mezcla de tranquilidad, con descompresión e infinitez (obviamente no existe, pero no se me ocurría algo mejor, mis habilidades literarias definitivamente son sumamente reducidas). A esta sensación se le sumó la incapacidad de captar la inmensidad y lo impresionante del cañón en las fotos!! Igual sacamos fotos pero somos conscientes de que no reflejan ni de cerca frente a lo que estábamos. Si bien la bajada hasta el fondo estaba descartada, fuimos por el Bright Angel Trail (el recomendado para esta época del año porque tiene agua y baños en el camino), y bajamos unos 30 minutos, y arrancamos a subir porque se nos venía la noche. En la bajada nos cruzamos con gente que venía subiendo y nos parecía un tanto exagerado el cansancio con el que venían, pero definitivamente subestimamos la subida. El suelo de polvo, sumado al calor, hacía de la subida algo complicado que nos dejo a todos medio muertos.

Esperamos la noche en el cañón y salimos a hacer ruta, esperando avanzar algunos kilómetros camino a Los Ángeles antes de parar a dormir. Avanzamos unas tres horas y paramos en un motel literalmente en el medio de la nada. Este era el más tenebroso de todos los que probamos al momento (la mercadería para turistas de la zona hace referencia al avistamiento de ovnis, así que háganse una idea). Lo tenebroso se completó con el encuentro con un amigable ratón en nuestra habitación que obviamente motivó un pedido de cambio de cuarto.

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