La entrada a la windy city, siguiendo las indicaciones de google maps que bajamos la noche anterior, salió perfecta y llegamos justo en hora para devolver los autos. El hotel, Travelodge, un lujo. Muy bien ubicado (Harrison esquina Michigan Av., a dos cuadras del Millenium Park) y habitaciones muy cómodas (la nuestra, compartida con Cachi y Gabi, incluso tenía vista a la Sears Tower!) y bue, así salió jeje.
Chicago nos recibió con mucho frio, lo que nos obligó a sacar todo el abrigo que habíamos traído para disfrutar mejor la ciudad. El primer día disfrutamos del Millenium Park (un espacio público impresionante que yo no conocía porque es relativamente nuevo), caminamos por el Loop y la Michigan Av., haciendo un completo recorrido arquitectónico y subimos a la Sears Tower (piso 99 en la tarde) y a la Hancock (piso 94 de tardecita y nos quedamos hasta la noche). La vista desde ambas torres es impresionante, pero la del Hancock es mucho más linda porque está en el corazón de la ciudad y muy cerca del lago (Mami, esta es a la que subimos juntas!!).
Chicago nos recibió con mucho frio, lo que nos obligó a sacar todo el abrigo que habíamos traído para disfrutar mejor la ciudad. El primer día disfrutamos del Millenium Park (un espacio público impresionante que yo no conocía porque es relativamente nuevo), caminamos por el Loop y la Michigan Av., haciendo un completo recorrido arquitectónico y subimos a la Sears Tower (piso 99 en la tarde) y a la Hancock (piso 94 de tardecita y nos quedamos hasta la noche). La vista desde ambas torres es impresionante, pero la del Hancock es mucho más linda porque está en el corazón de la ciudad y muy cerca del lago (Mami, esta es a la que subimos juntas!!).
El segundo día sacamos un pase de metro y nos fuimos para el Illinois Institute of Technology al sur de la ciudad. El campus de la universidad tiene dos construcciones que llaman particularmente la atención: el Crown Hall de Mies (de 1946) y el Campus Center de Koolhaas (de 2003). Si bien obviamente para los arquitectos esto puede ser mucho más aprovechable que para mí, el lugar es muy disfrutable. El edificio de Mies aparentemente es un muy buen ejemplo de sus ideas y tiene una biblioteca impresionante. El centro de Koolhaas es más grande y cumple otras funciones que lo hacen mucho más impresionante. Es un centro para que los docentes y fundamentalmente los estudiantes de la universidad se encuentren, para estudiar, para divertirse y para comer (almorzamos en la cantina… sin palabras, buenísimo). Después visitamos la Robbie House de Wright, una casa muy “moderna” para la época (tiene 100 años) y el Business Center de la Universidad de Chicago (mucho más serio que el de Koolhas). El día lo rematamos con una caminata por la zona de la costa donde está el acuario, el planetario y la fuente. De noche estábamos agotados por lo que salió cena en la habitación con nachos y sopas.
El tercer día nos fuimos para Oak Park, que momento! Nos levantamos con mucha lluvia y nos morfamos el desvío del tren por unas vías rotas. Visitamos la casa/estudio de Wright (ya la conocía pero no me acordaba mucho) y después aprovechamos que había parado la lluvia para recorrer un poco. A mi obviamente me re emocionó y a los chiquilines les gustó mucho, así que fue un lindo día a pesar de la lluvia. De noche cenamos en la habitación para ahorrar y después arrancamos para The Whistler, un boliche muy chiquito y con música en vivo que quedaba al norte de downtown y recomendó la prima de Jose que se dedica a la música y vive en Chicago. Después de un rato ahí, arrancamos para el Green Mill, el boliche de Al Capone, bajo un diluvio importante. Esperamos un rato el ómnibus sin mucha suerte, hasta que nos metimos 8 en un taxi… sí sí, 8 más el conductor! Green Mill impresionante, también había música en vivo pero los músicos eran personajes bastante más extraños que los del boliche anterior, unos tanos muy graciosos con los que estuvimos charlando un rato (uno de ellos se llamaba Tony y parecía un mafioso sacado de la serie los Sopranos).
El último día volvimos a nuestro recorrido arquitectónico y salimos en autos alquilados a la casa Fransworth de Mies, que queda a unos 120 kms de Chicago. Es una vivienda muy simple y eso es lo que la hace sumamente interesante, el paseo valió la pena, pero la entrada a la ciudad en hora pico estuvo mortal. Nos volvimos a acostar temprano porque a las 3 de la mañana nos levantábamos para salir para el aeropuerto en la blue line del metro. Una cosa muy llamativa, al menos en relación a New York, fue la cantidad de homeless que vimos en Chicago, en el metro, en la calle, en todos lados. Un reflejo de la situación de la economía norteamericana o una característica de Chicago, no sé (si me acordara algo de cómo era en 2000 capaz podría decir algo, papá o mamá: ¿se acuerdan?).
La visita a Chicago nos quedó corta (por eso la repetición en diciembre jeje). El “reencuentro” con la ciudad fue muy especial, con un montón de recuerdos muy lindos (en especial de la familia, pero también de todas las visitas que tuvimos) y a eso se le sumó una nueva mirada de la ciudad, más arquitectónica que la de 2000 seguro, pero más consciente también. Muchas cosas las tenía muy frescas, pero muchas fueron surgiendo a medida que íbamos a algún lado. En definitiva, Chicago espectacular como siempre y espero ansiosamente la visita en noviembre con un poquito más de frío (y definitivamente más abrigo).
Muy lindo este racconto.
ResponderEliminarEl nuestro está acá:
http://fefoyjulia.blogspot.com/2009/05/visita-chicago-parte-1.html
http://fefoyjulia.blogspot.com/2009/05/visita-chicago-parte-2.html
Espero que si tenés tiempo y ganas de leerlos, te gusten.
Un beso!
a mí también me trae recuerdos divinos!!!!!! es como volver allí gracias ceci por todo lo que nos cuentan
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