lunes, 12 de octubre de 2009

Copenhague

Entrando a Dinamarca, pasamos nuevamente la noche en un P. Esta vez el menú no fue tan importante como la noche anterior, pero los fideos con panchos a cargo de Andrés se lucieron. En este P, al igual que en todos los que venimos parando hasta el momento, había una estación de servicio muy bien equipada, por lo que de mañana antes de arrancar para Copenhague además de desayunar nos bañamos todos. Para los que preguntan por el tema, estas duchas en general son bastante prolijas y uno paga por el uso (a veces pagamos una vez y la compartimos y a veces hay que pagar cada vez que se usa y tiene un tiempo estipulado de agua, algo así como 4 o 5 minutos). Estas duchas resultan muy útiles durante el viaje y es muy cómico, entrar a la estación de servicio a las 9 de la mañana en pijama y chancletas con la toalla a pagarle al cajero para usar la ducha!!


Cuando llegamos a Copenhague fuimos derecho al camping pero llegamos unos minutos pasadas las 2 de la tarde y era la hora de la siesta por lo que la recepción estaba cerrada. Aprovechamos para elaborar un almuerzo en el estacionamiento del camping mientras esperábamos que abriera la recepción (cocinar en los estacionamientos se vuelve casi una cosa diaria en el viaje). Después de instalarnos arrancamos para el centro para dar una primera vuelta por la ciudad, que buscaba ser media light pero terminó siendo una caminata importante.

*notese que los nenitos están cruzando con roja, algo que nosotros los uruguayos hacemos habitualmente pero que los europeos de estos pagos no entienden mucho (más de uno siguió nuestros pasos por pensar que se había puesto verde y casi le cuesta la vida).

Copenhague le debe buena parte de su encanto a los canales. Definitivamente el agua (ya sea en forma de canales o rambla) le da un toque muy particular a una ciudad. Capaz para nosotros los montevideanos es tan especial porque estamos acostumbrados a vivir en una ciudad con una rambla realmente linda (pocas ramblas de las que he visto en este viaje la alcanzan, y es un encanto que no tiene que ver con el color y la transparencia del agua, aclaro por las dudas).




Un punto muy particular de la visita a Copenhague fue la caída en Christiania... es una "experiencia" de los sesenta/setenta, donde se vive comunitariamente... me resultó muy agresivo o defensivo para ser una experiencia que intenta ser comunitaria (muchos carteles de no pictures y malas caras) pero seguramente algo de esto se deba a la deformación que probablemente sufrió desde su creación (o su planificación). Es algo así como tierra (o más bien bosque) de nadie en el medio de una ciudad super civilizada.

En términos generales Copenhague me pareció una buena composición de lo más “tradicional” y edificios modernos con mucha onda (mi vocabulario arquitectónico definitivamente no se amplía pese a estar rodeada de estos raros todo el viaje jeje).


Dinamarca me gustó mucho, al menos este pedacito que conocimos. Los daneses son muy amables y muy educados. Lo que sí, por ahora no voy teniendo esa sensación de perfección total que esperaba sentir por estos lados. Ya les contaré que me parecieron el resto de los países nórdicos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario