Injustamente, al igual que a otras ciudades, a Brujas le dedicamos una tarde. Visitamos solamente la parte histórica, pero eso y el poquito tiempo dieron para que me encantara. Todo es como una ciudad de juguete pero en tamaño real, con un encanto muy de cuento de hadas (o mejor dicho de cuento del rey Arturo de papá jeje). Los canales, las construcciones antiguas, la plaza mayor, la torre… sin duda muy lindo.
A todo lo lindo hay que agregarle que cada dos pasos hay una chocolatería y una casa de waffles!! Algo nada menor para alguien que le gustan los dulces como a mi jeje. Dada la abundancia y variedad de la oferta, no tuvimos más remedio con Gabi que hacer honor a nuestro amor por lo dulce!! Comimos un waffle con caramel muy rico.
La vuelta al itinerario después del desfasaje que tuvimos por el choque y la no ida a Escocia, nos tenían bastante alejados del resto del grupo de viaje. En Brujas nos pusimos a tiro con el itinerario y nos reencontramos con buena parte del resto de los viajeros! Ayudó la escala de esta joyita belga. A veces se necesita un respiro del grupo grande de gente, pero otras veces se necesita ver caras conocidas y saber en qué andan, charlar un rato, compartir experiencias y porque no seguir profundizando algunas amistades que se van dando en este viaje (loco viaje diría alguno, o muy bien viaje diría otro).
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