Tras una semana en Tokyo, arrancamos para el sur de Japón. Nuestro primer destino Fukuoka serviría fundamentalmente de base para otros destinos. Viajar en Shinkansen es realmente un placer, y ahora varias semanas después y habiendo viajado por la India y Nepal se valora muchísimo más.
El primer día fuimos a Hiroshima con un día espectacular, de sol pero sin mucho calor. Si bien no tenía muchas expectativas formadas, es extraño llegar a una ciudad que en algún momento literalmente quedó hecha cenizas, y esto no fue hace tanto (unos 65 años). Ni bien llegamos fuimos a visitar el Peace Park, en cuya entrada está el ruinoso Dome, lugar exacto sobre el que fue tirada la bomba (que explotó unos 200 metros sobre la tierra) y donde funcionaba la prefectura. El parque es muy lindo y su principal atracción es el Peace Memorial Museum. Este está organizado básicamente en dos secciones. La primera está dedicada a la historia de la ciudad (y su pasado bélico, el cual desconocía), el proceso por el cual se decidió Hiroshima como punto sobre el cual se tiraría una de las bombas (el papel jugado por algunos científicos en esto), algunas consecuencias generales, la reconstrucción y una de las cosas que más me llamó la atención: cómo se encara hoy el día el tema. La municipalidad de Hiroshima manda cartas a todos los gobiernos que tienen pruebas nucleares para pedirles que las detenga y todas están expuestas en el museo: la última carta era de mayo, a Corea del Norte. La segunda parte del museo está dedicada a la bomba, ese día y sus consecuencias inmediatas y no tan inmediatas. La explosión tuvo 2 kms de radio que quedaron literalmente hechos cenizas (todo se quemó), inmediatamente hubieron 2 millones de muertos y las consecuencias no inmediatas sobre la calidad de vida de la gente incalculables. Esta parte del museo es bastante más fuerte, incluye pertenencias y partes de las víctimas, muchas de las cuales llegaron a morir a sus casas después de fuertes quemaduras. Entre las cosas expuestas hay una piedra con una "sombra": era el escalón de la entrada de un banco muy cerca del Dome sobre la cual esperaba sentada una mujer que desapareció. Todo es muy removedor, pero lo más interesante de todo esto es que uno no se queda con una sensación de reclamo de "somos los buenos y ellos los malos y nos hicieron esto", sino que en todo momento se intenta apuntar hacía un "mantenerlo en la memoria para que no pase nunca más, ni acá ni en ningún lado". Sin duda un punto alto del viaje.
Tras una mañana fuerte por ponerlo de alguna manera, nos dirigimos hacia Mijiyama, una isla con un paisaje espectacular que alberga un templo muy particular. Llegamos vía ferry, auspiciado por nuestro querido Japan Rail Pass, caminamos un rato y después nos tiramos un buen rato en la playa... estamos todos necesitados de naturaleza! Tokyo fascinante, pero aparentemente nos dejó a todos abrumados de arquitectura. El cierre del día "Hiroshima" fue con una cena espectacular en un "restaurante" italiano muy en precio en dicha ciudad.
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